…Cuando en 2008 publicamos con un grupo de amigos la primera edición de este texto lo vendimos todo, me quedé con uno solo. Y no quise volver a editarlo. Repasé una y otra vez sus páginas y me di cuenta que no era un libro para leer hacia el futuro sino que era la síntesis de todo lo que había sido mi búsqueda hasta entonces y que ese sentimiento de no seguirlo, fue confirmado con el tiempo después. Aquél presente de ananda comenzaría a disolverse inmediatamente. Ananda dejaría de ser o de buscar ser, un “centro” de yoga pues comprendí que ese no era el camino. Lo que la vida me trajo comenzó a escribir otras cosas en sus páginas, hubieron encuentros y desencuentros, una especie de “crisis” que desde que había comenzado en 1999 nunca había atravesado. Ananda no era lo que había querido que fuera pero tampoco sabía bien qué debía ser. Y entonces seguí buscando, meditando, practicando y rezando. Y así en 2010 tuve la suerte de viajar por primera vez a Perú y allí me encontré con una profunda experiencia espiritual que cambiaría el rumbo de las cosas… Y ananda recobró fuerza, vitalidad, entusiasmo y por sobre todo, yo que me tocaba guiar, recobraba la intuición y la fe…profunda fe.
…He aprendido y seguiré haciéndolo, que la práctica de yoga funciona, es verdadera, cuando transmite un modelo de relación. No un ideal o una doctrina acerca de cómo deberían ser nuestras relaciones humanas, sino un modelo, una forma que todos podamos vivir y transmitir y también mejorar, para hacer de la vida un lugar donde la felicidad y la plenitud estén disponibles para todos. Comprendo hoy que los yoguis nos legaron una práctica liberadora, unas técnicas y unos ejercicios que nos liberaran del sufrimiento y de sus causas, pero que con ello nos transmitieron un modelo de relación humana basada en la compasión, el respeto, la libertad y el amor. No es posible practicar fielmente los ejercicios físicos que describen sus tratados si no ponemos en práctica estas formas de relación con los demás y con uno mismo. Creo que esto uno lo descubre con el tiempo y los años de práctica y cuando lo descubre, lejos de haber llegado, recién comienza una nueva etapa en el camino.
Por eso, ananda desde 2010 es Casa de yoga y meditación. Lugar de refugio, donde establecemos los cimientos para que cada uno pueda ser libre, donde cada uno pueda expresar de sí lo mejor, un lugar de práctica donde lo central no es el lugar sino las personas que allí concurren, y no hay doctrina, no hay dogma pero sí, respeto y reverencia.
Instructor Martín González Cremonesi
Dejar un Comentario