No esperes a compartir. No esperes a tener todas las necesidades satisfechas porque en la medida en que satisfacemos algunas…creamos otras y así, nunca llegaremos al tiempo de compartir. La meditación tiene que ver con ello. ¿Cómo respondemos a las urgencias, a los dolores y necesidades que la vida nos plantea? La meditación tiene que ver con ello. De lo contrario solo sería una buena gimnasia, un adormecimiento de ese enorme poder que tenemos a la mano: compartir.
No esperes a compartir porque quizás nunca te llegue entonces la hora, el tiempo de dar algo de lo que tienes y perderás de vista que todos podemos compartir, aliviar y curar aun desde nuestra dificultad y desde nuestra “fragilidad”. De lo contrario el ego va a mantenerte siempre en situación de demanda. Siempre pidiendo tu, siempre reclamando tu… y cuando nos decidimos a compartir, cuando nuestro corazón se abre a las necesidades del otro encontramos paz, alivio, saciedad de nuestras necesidades y confirmamos que juntos nos somos tan frágiles o que esa fragilidad (la tuya, la mía, la de todos) cuando se reúne con otras “fragilidades” se convierte en fortaleza.
Cuando te sientas a meditar, ¿no te has preguntado qué es lo que te lleva hasta ahí? Tu fragilidad, tus necesidades te conducen, como dice el poeta a partir de una meditación de San Juan de la Cruz: “de noche, iremos de noche, que para encontrar la fuente, sólo la sed nos alumbra”.
Cuando compartimos podemos entonces descansar. Cuando descansamos juntos compartimos el cansancio y lo que nos cansa y así, la carga se hace más llevadera. Sentarnos a meditar también puede ser sentarnos a comer juntos, a hablar de nuestras cosas, aprendiendo a escuchar y a escucharnos. No dejes que el ego te hable sólo de recursos y dineros. No dejes que te enumere ante todo la lista de “carencias y necesidades propias”, pues aun la pobreza compartida es riqueza, aun el dolor compartido es alivio y así todos vamos haciéndonos más humanos. La meditación también (sino no esencialmente) se trata de ello.
Entro a mi salón de práctica, abro la puerta y el constante aroma a incienso me lo recuerda: ya estoy aquí.
SEGUIR LEYENDOLas tradiciones espirituales que nos llegan desde oriente tienen dos características fundamentales para vincular la vida cotidiana, el paisaje y las inclemencias del tiempo con la búsqueda espiritual, el progreso en la disciplina y la relación de los practicantes devotos con la Verdad:
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