Juntos al Valle Sagrado

Este peregrinar implica un ritmo. El caminar unas cuantas horas al día, el andar en medio de la naturaleza y también el ir un poco más allá, el desafío de andar a pie “por ahí”, desarticula nuestras costumbres y deja que aflore nuestra mirada de peregrino. Pero para esto es necesario saber descansar. Entonces tendremos en nuestro viaje esa experiencia del saber encontrar el ritmo, el tiempo y los lugares para poder descansar y que no aflore “el piloto automático” que nos llevará a hacer el viaje como cualquier otro viaje. Siempre habrá más para caminar, pero algunas veces diremos “hasta aquí”. Siempre tenderemos a parar antes, pero algunas veces diremos “un poco más”.

Lo que redefine nuestro esfuerzo y nuestro peregrinar, nuestro andar y nuestro descanso es la amistad. Por tanto, amistad es lo que sintetiza todo esto, por tanto es por eso que mezclamos edades y sentires, es por eso que elegimos la convivencia que es lo que le da verdadero sentido a hacer lo que hagamos en grupo, ya sea un trabajo o un paseo. Cuando es en grupo, nuestra vocación de integrarnos e integrar es lo que permitirá que podamos ver qué más hay para nosotros además de lo que se ve a simple vista. Y destaco “vocación” porque es algo que está en nosotros pero tenemos que cultivar como cualquier vocación en la vida.