Cartas de Ananda, 23 de Agosto de 2021
Qué grande es la oferta de propuestas para tomar el camino del autoconocimiento, de la felicidad y de la libertad…hoy, hay muchas personas buscando y hay también una enorme oferta de propuestas y caminos a seguir, y cuando alguien inicia su búsqueda quizás, se sienta presionado y algo confuso: ¿qué camino he de seguir? ¿qué escuela, qué maestros, que disciplina…?
En occidente, nuestra parte del mundo, la sociedad es secular y generalmente la cultura es de fuerte crítica a las formas organizadas de la fe y de la espiritualidad. Las personas prefieren buscar por fuera de las instituciones que generalmente además, no sintonizan con el mundo tal cual es, no van a la par de la velocidad de las transformaciones, no han podido reconocer que el ser humano cambia y por tanto su búsqueda toma otras direcciones a la luz de nuevas necesidades.
Quedaron atrás muy lejos, los años en los que los dogmas eran aceptados, la fe se heredaba de la familia y del entorno y las instituciones eran quienes mantenían la cohesión social… ya no…ese camino parece estar desacreditado para la mayoría de las personas, pero eso no quiere decir que no sigamos necesitando transitar un camino hacia la libertad, la felicidad y la vida verdadera. Entonces también surgieron, fundamentalmente en el occidente “primer mundista” y luego se extendió hacia todo occidente, una nueva forma de dogmatismo y ortodoxia. La sociedad de consumo que bien sabe hacer uso del snobismo, nos presenta gurúes, escuelas, técnicas, formas, ejercicios, como verdades reveladas. Nos invita a comprar espiritualidad y a convertirnos en turistas espirituales. Comprar y vender. Y eso es todo. Y porque es del otro lado del mundo, porque no lo conocemos, porque se nos presenta como “místico” o privado de algunos, entonces nos parece mejor y verdadero.
A principios de 1900, en el parlamento de las religiones, en Estados Unidos, Swami Vivekananda planteó que evidentemente si las personas evolucionaron con el paso de los siglos, también Dios habrá evolucionado con ellos, si el devoto evolucionaba, lo adorado también evolucionaba con ellos…ese sigue siendo el desafío: crecer, evolucionar, desplegar la vida, “ensanchar” la búsqueda sin perder la fe. Y repreguntar una y otra vez, dónde anida nuestra fe, si en las formas, si en las ideologías, si en el poder o la fama…o si por el contrario, nuestra fe en los que somos y en lo que podemos llegar a comprender y transformar, nace de lo profundo de nuestro corazón.
Una vez, a Jesús lo empezó a seguir mucha, mucha gente…entonces él además de curarlos y acompañarlos con su grupo de amigos comenzó a enseñarles una forma de vida basada en el amor y la libertad. Compartió la comida, convivió con los “indeseables” de su época, denunció la injusticia y la hipocresía de los poderosos de la religión, mostró que su corazón no se ataba a ninguna fama ni poder y que lo que lo guiaba era una profunda experiencia interior de Dios. Allí, la gente comenzó a abandonarlo. Hasta sus más cercanos lo abandonaron. (Quizás no querían un camino nuevo basado en la experiencia interior, sino, una repetición de lo viejo y lo conocido que no inquietara demasiado). Jesús preguntó entonces a sus íntimos amigos si ellos también se marcharían. Pedro, que lo amaba le contesto: ¿Señor, a quién iremos?
Dos mil años después, ese sigue siendo nuestro desafío. Buscar, investigar, practicar y mantener la conexión, arraigados en la fe que nos impulsa pero que nos muestra que muchas veces solos no podemos, ensayar formas de comunidad y de intercambio en la horizontalidad y que a la vez nos permitan tomar de la fuente de la experiencia de otros que ya han hecho una parte del camino.
“¿A quién iremos?” no es una pregunta perdida en el tiempo que Pedro le hizo a su Maestro…es la pregunta que nos puede impulsar a todos siempre. En ella está el reconocimiento de que solos no podemos, de que es poco lo que comprendemos, pero a la vez, anuncia que estamos dispuestos a ir hacia un lado. Qué hermoso hacernos esa pregunta en el silencio de la meditación y escuchar al corazón que nos habla: ¿qué pretendo de la vida? ¿a dónde iré?
Martín González Cremonesi
Instr de Ananda , casa de yoga y meditación
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